Una página en la que quepa todo, incluso la discrepancia, siempre que se escriba con sentido del humor y dentro de los límites de la buena educación.
> Lo que son las cosas... <
Lo he publicado en otro sitio, pero no me resisto a hacerlo, también, aquí, porque creo que merece la pena ver cómo se hacen amigos. Ahí va:
Me llega por medio de un correo una foto, al parecer de la contraportada de un libro de don Jorge Pujol Soley -más conocido por Jordi Pujol- en la que el personaje está de perfil frente al mar. El texto que la acompaña, reza así:
“… el hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruído (…) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruído y anárquico. si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, el decir, su falta de mentalidad”.
Al parecer, esta muestra de rigor y finura intelectual se encuentra en “La inmigración, problema i esperança de Catalunya”. Editorial Nova Terra, Barcelona, 1976, páginas 65, 67 y 68.
Y, claro, me llega la reacción:
EL SEÑORITO
(Soneto)
Un enano, cabrón, calvo y tripudo,
un jeta acomplejado y adiposo,
obsoleto, gagá, trincón, baboso,
tartaja, correlindes y ojerudo.
Pedigüeño un gorrón morrocotudo,
de la doblez un falso virtuoso,
de mil asuntos turbios sospechoso;
un, sí no cabezón, sí cabezudo.
Si así calificarme se permite,
ya veis que en mis cuartetos lo describo;
y pues racista saliera el señorito,
no creyendo pasarme ni un ardite,
a fuer,le añadiría, de objetivo,
desmayado un tupé y un bigotito.
Félix,
“un andaluz desarraigado, destruído y anárquico,
en estado de ignorancia y
de miseria cultural, mental y espiritual”
Pues menos mal que el tal Félix es… todo eso que ha dicho; si llega a ser alguien “normal” en la idea del Sr. Pujol…
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España ha dejado de ser un país serio. No quiero decir serio en el sentido de fruncir el ceño y poner cara de vinagre, sino en el sentido de rigor, de fiabilidad, de sentido de la responsabilidad. Tampoco sé cuándo empezó este cachondeo que nos lleva a tomarnos todo por el pito del sereno, la Justicia, la Autoridad -la de verdad, que llegará algún pájaro que me confundirá el término con el autoritarismo- la Convivencia, la Educación y cualquiera de los valores que hacen que los países vayan adelante, sean respetados por el resto y progresen.
Si dudan de lo que les digo, acérquense a un pueblecito pequeño que no tiene posibilidades de mantener en su plantilla a un guardia por cada ciudadano que decide pasar en él sus vacaciones -el número no es exagerado con "lo" que tenemos alrededor- y ha de fiarse de la educación ciudadana de sus visitantes para que no se altere la convivencia. Un desastre: los perros hacen "sus cositas" donde les place sin que sus dueños las recojan, niños y adultos circulan con sus bicicletas por donde quieren sin respetar los sentidos de la circulación, con riesgo para ellos y para el resto de ciudadanos, hay comedores de pipas que parecen injertados de hamster dada su habilidad para descascarillar semillas ... y sembrar de cáscaras el lugar en el que "caen" como plagas. Señoras gordas en traje de baño y niñas hermosísimas de la misma guisa circulando por las calles haciendo la competencia a señores barrigudos de cuerpo peludo y jóvenes efebos de vientre plano casi de chocolatito y depilados para hacer resaltar sus encantos..., pero todo esto en la vía pública, que no es el lugar más adecuado para exhibir sus carnes.
Podría estar enumerando situaciones de este tipo que no tendrían ninguna vigencia si sus protagonistas estuvieran medianamente educados; pero no lo están porque este país decidió que lo que signifique esfuerzo, sacrificio, constancia era "demasié p'a él", contemporizó con cualquier forma de chabacanería, de escaquearse de los deberes más elementales y aplaudió reformas educactivas en las que "lo importante" era "pasar de curso" sin que el curso pasara por el alumno.
Ahora tenemos a iluminados asaltando supermercados sin que nadie diga nada, a asesinos a los que se excarcela por "razones humanitarias", estafadores que se van a sus casa por la misma razón, independentistas queriendo romper la Nación con el beneplácito de unos y otros gobiernos.
La gente, la buena gente del pueblo que aplica el sentido común a sus decisiones está que trina. Y los señores que están en el Gobierno habrían de saberlo. Los de la oposición, los de cualquier partido de la oposición, también. Nos jugamos España, y no al fútbol precisamente, si no empezamos a pensar seriamente que estamos haciéndolo mal casi todos: unos por mandar mal y otros por no actuar razonablemente. Se ha acabado el tiempo de "querer todo ya". Ha llegado la hora de que sólo la gente que actúa con seriedad y responsabilidad obtenga lo que necesita porque se lo gana, porque actúa seriamente. Las mamandurrias, las subvenciones a proyectos que dan risa, deben acabarse porque la mayoría, la gente que piensa con la cabeza, está hasta más arriba del pirri de soportar gilipolleces de unos y de otros.
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Colorín colorado, esta engañifa de JJ.OO. se ha acabado. O casi, porque aún andan dándole al balón los del baloncesto.
Hemos pasado a la euforia desde la desilusión pero estos juegos -dejando aparte el hecho incontrovertible de que en esta ocasión han sido las féminas las que han "cortado el bacalao"- son los de ir a por el oro y quedarnos en la plata, que no es hazaña manca, pero de la que decíamos no hace mucho que es la más desilusionante de las tres posibles.
Deportes minoritarios, deportes de equipo, gimnasias y otras modernidades han sido los predios en los que hemos obtenido medallas o diplomas; pero en los clásicos, carrera, salto, lanzamiento, no hemos sido capaces de comernos una rosca o un colín, lo que ustedes prefieran.
Los clásicos requieren un esfuerzo al que parece que no están habituados nuestros atletas, o si lo están, no parece ser el momento de requerirlo. Hay que cuidar a nuestros atletas.
Ha habido sospechas de algunas cositas "raras" de las que me temo que no volveremos a oír hablar. Los franceses, tan deportivos ellos, se quejaron de que habíamos perdido un partido de baloncesto para no enfrentarnos a los EUA. Claro que su reclamación, como en casi todas las ocasiones en que nos reprochan algo, era interesada: no querían vernos frente a ellos ni en pintura. Llegó el enfrentamiento y se evidenciaron dos cosas: que nuestro equipo es superior al suyo y ... que tienen un perder de todos los diablos. Puñetazos, malos modos, todo lo contrario de lo que juraron sus representantes en la ceremonia de apertura. Tendrían que ponerles como castigo el visionado de la final, en la que los EUA nos han ganado, pero en la que todos los jugadores han terminado felicitándose como buenos deportistas... aunque asalariados. Lo del amateurismo marrón lo llevo fatal.
En fin, que se ha terminado lo que se daba y Manolo Lamas -un profesional capaz de generar ilusiones en el gran público y transformar el cumplimiento normal de algo en gran hazaña- podrá dejar descansar la voz.
Un servidor sigue creyendo que no le gusta el actual formato de los JJ.OO.
Salú.
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Está visto que a perro flaco todo son pulgas. Los guiñoles franceses se van a poner "moraos" con la victoria ante España en el partido de dobles que da acceso directo a la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Londres. Han ganado los gabachos en un partido largo y tenso en el que se han impuesto a la pareja española.
Estos de los Juegos Olímpicos -me refiero a los que los organizan, los que mangonean en los entresijos- han conseguido transformar en espectáculo televisivo lo que debería seguir siendo enfrentamiento entre atletas que no viven de eso. Lo del amateurismo marrón me parece una estafa, gane quien gane en la competición. Pero como la gente es más bien acomodaticia, se ve la mar de normal que estén ahí profesionales del deporte que, durante los cuatro años de Olimpiadas, están participando y ganando dinero por competir en concursos, partidos, juegos, etc. en los que se perciben sustanciosas cantidades de dinero por fichas, participaciones, publicidad y otros gajes propios del oficio.
El fenómeno es representativo de la escala de valores que se manejan en la sociedad actual. Lo que era competición limpia, noble, se transforma, por la intervención de quien ve "negocio", en un generador de millones de euros, de gastos fantásticos, de ingresos de fábula, de pago de esfuerzos. Porque eso es en lo que han devenido los juegos que rescató del olvido Coubertin apoyándose en la Grecia clásica y en una serie de principios morales que los mercaderes de siempre han transformado sin ningún rubor en un espectáculo televisado.
¿Habré de decir que no me gusta la actual manera de celebrar los Juegos Olímpicos?
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No hace mucho y desde este mismo blog me metía yo con el Sr.Rajoy a propósito de su aparente incapacidad para tomar el toro por los cuernos. La verdad es que no debe ser fácil actuar en la resolución de los problemas de España tan rápidamente como lo hacemos los que nos preocupamos por estas cosas en las tertulias de café, manejando los datos que nos proporcionan los medios de comunicación .
Supongo, por mi experiencia en los alrededores de la política, que las cosas no son tan simples de realizar como nos imaginamos los que ni hemos estado ni estamos en "la pomada". Cada resolución de las que se nos antojan fáciles, ha de estar hecha de acuerdo con la Ley y la maraña legal es de tal calibre que a estas alturas no hay quien la desentrañe. Creo haber traído aquí la noticia leída en alguna parte de la derogación en Italia, hace ya algún tiempo, de UN MILLÓN de leyes que no servían para nada. Siendo ésta una buena medida de clarificación no es nada si se compara con lo que sería la derogación de UN MILLÓN de leyes que sirvan para algo, para enredar, por ejemplo.
Al parecer, lo que decide el Gobierno Central puede ser pasado por el arco del coxis de la gana de las Autonomías y eso es legal. Al parecer, el Tribunal Constitucional puede enmendarle la plana al Tribunal Supremo que, para ser consecuentes habría de ser llamado "Supremo -1" o "Tribunal Casi Supremo". Parece ser que el Senado es una Cámara útil(?).
Todos los ejemplos y muchos otros de instituciones que no cumplen con lo que la ciudadanía espera de ellas son suficientes como para pensar que nos hemos equivocado con el modelo de Estado que nos dimos en la Transición. Por eso, gozando de la mayoría absoluta de la que goza, el Sr. Rajoy habría de ponerse a la tarea YA y desmantelar el despropósito que hicimos en su día.
La proyección a futuro, de no hacerlo así, es que el pueblo, todo el pueblo, no unos cuantos sindicalistas y otros cuantos ciudadanos de sangre caliente, se va a echar a la calle porque ya no se puede seguir soportando ser esquilmados "porcentualmente".
Es evidente que entre rebajar un 20% el salario de un alto cargo y el de un mileurista de los de mil quinientos euros, media el abismo que va entre tener que vivir con mil doscientos euros brutos al mes a poder hacerlo con seis mil euros bárbaros para el mismo período de tiempo. No es que esté derivando hacia posiciones comunistas, es que la diferencia es tan notable que salta a la vista.
No sé si la sociedad española, en su mayor parte, está preparada para lo que viene. Los recortes, hasta ahora, no están siendo asumidos por las Comunidades Autónomas que, unas se oponen a ellos, otras "no saben, no contestan" y otras agachan la cabeza porque han pecado muco, seguramente, y "tragan" con lo que les echen.
Vistas así las cosas, da la impresión de que, a la salida de la crisis, las que se oponen seguirán tan campantes, las que "ni fú ni fa" no alteraran su estatus inane y las avergonzadas pagarán sus culpas... y las de los otros.
No puede seguir el Gobierno en una anomia tan grande como la que amparó el "todo vale" en diferentes ámbitos de nuestra vida política y social -que lo social siempre sigue y se deriva de lo político parece, aquí, evidente- en tiempos pasados, ¿recuerdan? Hay que imponer la Ley y las normas que nos obligan a todos por igual.
Las Comunidades Autónomas -que recibieron su actual legitimación del Estado- han de plegarse a lo que el Gobierno del Estado propone para la buena gobernanza, igual que se subieron al carro de las concesiones hechas desde la misma Institución. no vale poner excusas de "Santa Rita, Rita; lo que se da ya no se quita..." cuando nos jugamos la ruina de millones de familias que ya han visto las orejas al lobo y de los millones que quedan aún por vérselas; las orejas y el lobo entero.
Si es preciso habrá que llegar a un Golpe de Estado -no militar ni cruento, sino desde el propio Estado- para tirar abajo el modelo de Estado que propuso siempre el separatismo y la izquierda "progre" y que se ve que es imposible de mantener por culpa de los que creyeron que era el modo de enchufarse y enchufar a amiguetes, adláteres y otros parásitos a la teta de los presupuestos.
Se han traspasado los límites que el sentido común dictaba y el experimento -hecho con "champagne" y no con gaseosa- nos ha salido caro y malo.
Sólo hay que ver el espíritu de la España de los setenta en plena Dictadura y el que reina en nuestra sociedad después de treinta años de partitocracia.
Salú y libertá.
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No pretendo decir que Italia jugara mal. Lo que ocurrió fué que a España no se le puede jugar sólo de una manera. Italia quiso jugar como lo hace España, pero o no sabe, o, al menos no supo hacerlo cuando tenía las fuerzas intactas y el equipo completo. En cuanto se lesionó el segundo de sus jugadores -la prensa italiana se preguntará cómo es posible que se lesionen en una final dos jugadores y el segundo, además, con todos los cambios hechos- el partido acabó; pero en realidad con el 2-0 y tal como estaba jugando el equipo español, la cosa no tenía otro color que el nuestro. La rabia de algún italiano se estrelló contra la serenidad del equipo español que jugó como le dio la real gana y no quiso apretar las tuercas cuando los azules estaban desechos física y moralmente. De haberlo hecho, la goleada hubiera podido ser histórica.
Pocos se acuerdan ahora del regalo que el árbitro portugués -en realidad el equipo arbitral- hizo a los italianos al no señalar un penalti por mano dentro del área, deteniendo la trayectoria de un balón que iba a portería. El partido estaba en 2-0 y un gol hubiera hecho concebir esperanzas a los italianos, mientras que un penalti en contra, si, como es de suponer, se hubiera transformado en gol hubiera dejado sentenciado el partido a partir de ese momento. ¿Ningún árbitro de entre los tres posibles lo vió? Pues si es así, sobran dos de esos. Ahorremos ahora que estamos en tiempos de crisis.
Lo cierto es que excepto durante diez minutos, en dos períodos de tiempo de la misma duración aproximada, el partido lo dominó de la cruz a la firma España. Los italianos achacarán a la diferencia de un día de descanso el fiasco de la Eurocopa y estarán equivocados. Jugaron contra la mejor selección del mundo en este momento y en un día en el que no hubo apenas errores y los que hubo... fueron de los otros.
Fin del capítulo. A ver cómo salimos ahora de la gravísima situación en la que estamos porque son las autonomías las que ponen trabas al camino de salida encontrado por el Gobierno y por Europa. Parece ser que resulta difícil con las leyes vigentes en la mano, meter mano -excusas por la repetición- al estado de los diecisiete reinos de taifas en versión moderna. Y no nos queda otra solución que hacerlo. Aunque sea a trancas y barrancas, aunque haya que cambiar las leyes, los pactos que los sucesivos gobiernos han ido haciendo para mantenerse en el machito, y las prebendas y barras libres en materia autonómica que algunos - "...aceptaré lo que venga de Cataluña..." ¿recuerdan?- fueron concediendo desde que se admitió en la Constitución lo de las nacionalidades.
Las leyes las hacen los hombres y los hombres se equivocan; pero tienen la facultad, la capacidad, de rectificar... si no son absolutamente zotes.
Parece que vuelven los fantasmas a la hora de participar en la final de la Eurocopa. Todo el mundo quería estar en esa final, pero sólo dos equipos estarán en ella: uno el nuestro y el otro Italia. Ese rival es el que "acongoja" a una buena parte de los aficionados españoles: a unos por un motivo, a otros por otro y a todos porque en una final puede darse cualquier hecho que incline la balanza en un sentido o en otro; en la semifinal, Portugal tiró al poste y el balón no entró mientras que España, en el último penalti, tiró al poste, entró la pelotita y Christiano Ronaldo se quedó sin la posibilidad de colgarse la medalla que había previsto colocándose para tirar el quinto.
Ahora hay quienes se acuerdan de la posibilidad de haber echado a Italia del campeonato mucho antes, sólo con haber empatado en el último partido de la fase previa. Piensan los que deploran no haber jugado sucio que lo bien hecho se volverá en nuestra contra, que en estos menesteres y por estos pagos lo sobrenatural, lo magufo, el mal fario y cosas así están a la orden del día.
Otros sabios del fútbol temen la capacidad ofensiva de un tío de físico chocolate impresionante que parece, por sus "hazañas" en la vida real que no anda muy bien de las pensaderas. O de la capacidad de Cassano, irregular a veces y genial siempre, para hacer lo más inverosímil, en positivo o en negativo, para su equipo. No se olvidan estos aficionados de Pirlo, que parece que es el Ave Fénix y está haciendo un campeonato de libro, ni de Buffon aunque éste se encuentre en un estado de forma no tan bueno como el medio.
Otra circunstancia que nadie olvida es la capacidad de enredar un partido que tienen los italianos, que parecen contar con la bula de los árbitros, bien a la hora de romperle las narices a Luis Enrique y de marcharse de rositas, bien a la hora de "morder" cuando haga falta o montar la tangana correspondiente si es conveniente para sus intereses.
No tranquiliza a mis amigos el hecho de que la selección haya llegado, otra vez, a la final, jugando como suele, quizás con un poco menos de alegría que en ocasiones anteriores, pero con solvencia, con tranquilidad, con la calma -a veces excesiva- que parece infundirles el señor marqués. Parece que nos queremos poner la venda antes de que se produzca la herida que, en mi estimación, no se va a producir.
¿De dónde viene mi confianza? De diferentes motivos. La trayectoria de la selección, las individualidades que forman un equipo -todos son buenos y se agrupan para formar bloque- la solvencia de la defensa, los sistemas de juego -la selección española puede jugar sin extremos en una labor de desgaste del contrario o con extremos para penetrar en la defensa rival- y la capacidad de aguante, de toque y de combinación que han venido demostrando desde la Eurocopa anterior.
Yo creo que la selección española será, de nuevo, campeona de Europa, pero ¡uf! Italia...
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Tenía una premonición, un pálpito y era el de que Portugal iba a eliminar a España en el actual campeonato de Europa. Es cierto que mis temores eran debidos a un par de circunstancias que me impelían a pensar así a pesar de que los análisis fríos me indicaban que España, el equipo de fútbol que la representa, era muy superior al de su adversario. ¿Por qué, entonces, ese negro presentimiento? Muy sencillo: a mi alrededor todo el mundo temía el potencial del equipo luso. Todo el mundo sabía que los portugueses se enrabietan cuando compiten con España, se ponen bordes y muerden. Se nombraba con temor a Ronaldo, a Coentrao, a Pepe que a lo largo del partido de hoy han demostrado ser marrulleros, teatreros, prepotentes y duros en exceso con los jugadores contrarios, incluso con los que son, en liga, sus compañeros de equipo. De una manera especial lo ha sido Pepe del que ya sabemos que debe andar con algún tornillo flojo. Coentrao ha demostrado lo exquisito de su educación y Christiano ha fallado la ocasión más clara del partido y ha vuelto a demostrar que las bicicletas son para el ciclismo y que marcar los pasos como en el rugby sirve para ... meter el balón entre los espectadores de la grada; eso sí, con una gran potencia y bla, bla, bla...
Dicen que al 7 de la selección lusa le pone nervioso que le mienten a Messi. Tiene razón porque el argentino le da ciento y raya en los aspectos puramente futbolísticos ... y en sentido común que algunos confunden con humildad. Lo ha dejado claro al atribuír a la suerte la victoria de los españoles y calificar de injusticia la eliminación de los verdirrojos. ¿Hubiera siso justo, quizás, que hubiera pasado a la final su equipo metiendo menos goles que el de España? Así parece que piensa este pobre muchacho rico.
El equipo español no ha jugado como nos hubiera gustado a lo largo de los primeros 90 minutos. Luego, durante la prórroga, especialmente durante la segunda mitad, ha podido resolver la eliminatoria sin necesidad de pasar a los penaltis. ¿Será que jugar con extremos es solución mejor que empeñarse en entrar por el centro con tozudez? La supuesta potencia física de los portugueses parece haberse disuelto ante la habilidad de dos pequeñitos habilidosos. ¿Habrá que olvidar la polémica del 9 y permitir de Jordi Alba entre con Pedro por la izquierda llevando el peligro constantemente mientra Navas hace lo que sabe hacer que es desbordar, alternando el ataque entre uno y otro extremo?
Para completar el cuadro, Casillas, sin alharacas, ha cumplido con aquello a lo que nos tiene acostumbrados, parando uno de los lanzamientos lo que ha dejado iguales los marcadores -compensando la parada del meta portugués al disparo de Alonso que hizo pensar a más de uno aquello de "mal empezamos"-; Ramos ha demostrado que ha llegado, aún joven, a la madurez de Pirlo; Cesc nos ha puesto el corazón en la garganta con su gol de suspense y la defensa no ha tenido ni un error ... que no haya podido ser subsanado. Y colorín colorado, ya estamos en la final. Una alegría de circo porque el pan escasea cada vez mas.
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Se acaba el tiempo de hacer reformas y al señor Rajoy le va a coger el toro por hacer las cosas a medias. Ni ha cerrado el Senado, ni ha suprimido las subvenciones a los partidos políticos, ni a los sindicatos ni a la patronal y ahora resulta que ha lanzado el globo sonda de la subida del IVA para ver si tragamos. Y vamos a tragar porque no tenemos modo de parar este despropósito del Estado de las Autonomías que nos ha llevado a la ruina más absoluta.
Aún hay claros varones que se preguntan, perplejos ellos, cómo es posible que nos haya pasado ésto. Y cada uno echa la culpa a "los otros" de la situación actual. Yo pienso que todos nos damos cuenta de lo que ha pasado sólo con pararnos a pensar un poco. Parece que tenemos 300.000 "presupuestodependientes" más que Alemania para administrar las necesidades de cuarenta y seis millones de criaturas frente a los ochenta millones de teutones que se administran con esos trescientos mil menos y parece que no les va mal.
Otra cosa que parece es que la recaudación del IVA y los ingresos por IRPF no bastan para pagar las nóminas de los "presupuestodependientes" y aquí seguimos, en Babia, esperando que caigan morcillas de los árboles.
Han perdido un tiempo precioso a la hora de hacer las reformas que todo el mundo hubiera aplaudido. Ahora estamos peor que estábamos y me temo que empecemos a negarnos a pagar más IVA para seguir ingresando dinero en las nóminas de quienes no se conforman con salarios como los del común de los mortales y que son legión.
Ya está bien. Ya ha llegado el momento de decir basta a ineptitudes, cobardías, despropósitos y disparos con pólvora del rey.
Los diputados de las Cortes en el período de la Transición tuvieron los redaños suficientes, la vergüenza necesaria y el sentido del deber imprescindible para suicidarse políticamente porque era necesario para el bien común. A éstos de ahora sólo se les pide que dejen la teta y arrimen el hombro. ¿A que no hacen una cosa ni otra?
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Si a alguien se le ocurre quedarse hasta tarde viendo una tertulia que se llama "Al Rojo Vivo", seguramente no podrá dormir tranquilo.
Esta noche, a propósito del rescate a la Banca española -no a toda, no se me asusten- unos de los ilustres tertulianos, bien dirigidos por las preguntas del presentador, han venido a decir con profusión de aportaciones varias, que la consecución de cien mil millones de euros -para salvar un sistema bancario que hace unos años estaba en la Champions según decían esos mismos tertulianos que ahora le pegan el palo- a un interés mucho menor del que nos imponen esos "entes" que son los mercados, es fatal; otro de ellos creía que estaba muy bien y el cuarto afirmaba que sí, pero... Como ven, todo clarísimo.
Parece importante para las tendencias que se manifiestan en esa tertulia definir si es un RESCATE puro y duro o un "Rescate a la Banca". Confieso que por los datos que puedo manejar me parece una buena cosa lo del dinero de Europa por varias razones:
Los intereses son más bajo que los que venimos pagando.
La situación de los Bancos -del 30% de los bancos- era insostenible y hubiera arrastrado a España a una situación mucho peor.
El dinero lo adjudicará el Gobierno en función de las necesidades de los bancos afectados.
Los bancos habrán de devolver el dinero que se les preste.
Habrá una serie de cautelas que los bancos habrán de cumplir para acceder a los dineros que se les prestan.
Sólo falta que alguien, con autoridad, empiece a depurar las responsabilidades de los que nos han llevado a esta situación y que se exijan las reparaciones pertinentes.
Un experto de Intermoney me ha puesto los pelos de punta por haber afirmado que estamos en manos de irresponsables y que hoy ha sido un día negro para el euro y para España. No entiendo nada.
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Todo viene siendo "euro"; la moneda, Bruselas, Europa, Merkel, crisis, y ahora la Eurocopa. Escucho , desalentado, el giro de algunos medios de comunicación que han decidido levantar la moral del personal, harto de tanto rescate, de tanta deuda, de tanto paro, de tanta angustia. Parece que han tomado sobre sus espaldas la tarea de salvarnos. Malo. Y mala la apuesta por intentar animar a la sociedad con argumentos infantiles. Dentro de nada, si España no gana la Eurocopa se empezará a decir que el señor Rajoy es gafe y habrá muchísima gente que compartirá esa opinión.
Escribo esto durante la mañana que precede a la reunión "euro" de las cuatro de la tarde en la que se va a decidir el rescate "financiero" de España. No hay incertidumbre por mi parte; nos van a rescatar porque desde la entrada en Europa HAN gastado donde no debían cuando recibíamos "fondos de cohesión" y, a partir de nuestro paso -falso- a "contribuyentes netos" HAN seguido gastando de lo que no podíamos gastar. Ahora parece que se ve claro, pero nadie -muy pocos- pensamos en la necesidad de que se depuren responsabilidades, porque, como dice una canción "las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas", una realidad que se repite tercamente en cada uno de los ejemplos de entidades financieras puestas al servicio no de la política, que sería lo deseable, sino de los políticos.
La pobre buena gente que guardó sus ahorros en "productos financieros" que no eran más que pompas de jabón, en una especie de estafa colectiva y que se ha quedado en la miseria, tiene derecho a ser compensada de esas pérdidas. La confianza que demandamos a "los mercados" es algo que ha perdido el individuo en nuestra banca, en el mercado pequeñito de todos los días, el que se hace con dinero del de comprar entradas de cine.
Toda esa escena de luchas, desalientos, caídas, fraudes, pretende ser borrada por la actuación de once chavales que, bien pagados, han de defender el orgullo de "ser español", la alegría de volver a ser campeones de Europa, el sentimiento de que lo podemos todo. Si esos valores han de basarse en partidos de fútbol... vamos peor de lo que pensaba, porque será señal de que no "vamos" sino que "estamos". No quiero imaginarme el tipo de losa que nos puede caer encima si, dentro de quince días la selección no se proclama campeona de Europa.
El estado de ánimo de la nación pasará de catatónico, que es el actual, a encefalograma plano. Al tiempo.
¡Ah! Y es seguro que si esta tarde deciden rescatarnos, en la sociedad española no habrá una conmoción comparable a la que se dará cuando no seamos campeones de Europa.
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> La final de la Copa del Rey y alguna otra cosa... <
A toro pasado voy a reflexionar en voz alta acerca de los antecedentes y de las consecuencias que ha tenido el hecho de que a la final de la Copa del Rey hayan llegado dos equipos que "representan" a dos regiones de España con movimientos separatistas en su seno.
En primer lugar habrá que decir que periodistas, políticos y gentes interesadas en armar ruido por la condición de separatismo que se da en estos territorios, se han entretenido en "calentar" la manifestación deportiva insistiendo en preguntarse cuál sería la magnitud de la pitada que se dedicaría al Himno Nacional. Los futboleros de alguna cadena de televisión se han complacido en presentar la pitada en toda su magnitud. A tenor de lo que he podido ver se diría que ha sido absoluta, cosa que me da una pena tremenda porque demuestra que los cien mil -o los que hayan sido- del pito han abucheado al Himno que tengo por mío, cosa que -además de darme pena por el cociente de inteligencia de las criaturas- me cabrea enormemente. Pero me cabrea mucho más el hecho de que habiendo una Ley de símbolos no se aplique. Aquí nos pasamos por el forro de los caprichos la Ley, cuando nos conviene, y siempre encontramos algún leguleyo que nos cuenta que la aplicación de la Ley no es posible en la circunstancia tal o cual. Claramente estoy a favor de la solución Aguirre, con algún añadido que me permito brindar a la afición. Previamente al partido se advierten dos cosas:
UNA, que cualquier espectador que intente entrar con una bandera distinta a la de su club verá que su entrada no le permite entrar... a no ser que deje el trapito en poder de la fuerza pública que lo mantendrá en su poder hasta que el propietario vaya a recogerlo a la Comisaría de Policía o al Cuartel de la Guardia Civil que se designe en el que deberá acreditar la propiedad de la enseña en cuestión, antes de siete días a contar de aquél en el que se celebró el partido.
OTRA, que si se pita el Himno de todos, se sigue el partido a puerta cerrada con desalojo de los espectadores por parte de la fuerza pública o, por evitar males mayores, se suspende el partido y se celebra otro día también a puerta cerrada. Si los espectadores promueven altercados, realizan actos vandálicos, destrozan algo, los responsables de pagar los desperfectos en el caso de que no se localizara a los alborotadores, serán los clubes respectivos, que ya está bien de recoger las nueces que caen del árbol cuando otro lo mueve.
Cosa chocante por demás ha sido que los seguidores del Athletic de Bilbao llevaban mayoritariamente banderas de su club mientras que, por lo que he podido ver, los seguidores del Barcelona enarbolaban banderas aragonesas y otras con una estrella que tengo para mí que son las de los que arman los follones en el Cap i Casal catalán -y en otros lugares que creen que son dominios suyos, lo cual indica muchas cosas , entre ellas las que se dicen de los que se apropian de lo ajeno- en cualquier ocasión que tienen a mano.
Por otra parte, me han llenado de estupor las manifestaciones de la señora Alcaldesa de La Línea de la Concepción -no sé si habrán quitado lo de la Concepción y habrán reducido a una raya el nombre del municipio- en lo que nunca nadie en España debería dejar de defender que es que Gibraltar es un robo de Inglaterra a España, aprovechándose de que entre nosotros hay bastantes ciudadanos que tienen un gran aprecio por los monos del Peñón; como si fuesen hermanos o, al menos, compañeros de curso.
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Creo que ya he escrito acerca de este asunto en ocasiones anteriores. Uno tiene bastantes amigos diseminados por la geografía patria y todos, de un modo u otro, intentamos tenernos al corriente de lo que nos ocurre y de lo que se nos ocurre. Así es que mis buzones de correo hay momentos en los que no me dan tregua.
Observo que en esto de reenviar archivos la gente no tiene inconveniente alguno en largarte un "ladrillo" con recomendaciones de salud o en hacerte partícipe de blandenguerías del tipo "Dios te ama" -lo cual puede incluso ser cierto, pero no viene al caso- y en los últimos tiempos te reexpiden cartas que afirman ser originales del señor Pérez Reverte, de don Gabriel García Márquez o de Condolezza Rice -enumero estas tres por ser las últimas que he recibido- y que en los dos primeros casos están redactadas con un estilo que se parecen al de sus supuestos autores como un huevo a una castaña.
Cuando, con amabilidad, haces ver a los reexpedidores que lo enviado es más falso que un billete de un euro, se excusan diciendo que "ellos no entran" en eso y que lo envían a gente inteligente que "ellos decidirán" lo que hacen o dejan de hacer con la información recibida, que ellos se limitan a ponerla en circulación y que cada cual saque las conclusiones que quiera.
A mi entender, ese modo de actuar es un tantico irresponsable porque si no aplicamos nosotros mismos un filtro a lo que se envía por la red, estaremos coadyuvando a la difusión de bulos, trolas, panfletos infectadores de la opinión pública y generadores de un estado de opinión indeseable, teniendo en cuenta la coyuntura en que nos encontramos.
La gente tiende a creer que es cierto lo que escucha en la radio, lo que lee en la prensa o lo que ve en televisión y, sin un criterio bien formado, "traga" lo que le echen y más si se lo reexpide un amigo al que considera inteligente y que, a su vez, le ha manifestado la confianza que él tiene en su propia inteligencia.
Pero así es la vida y la actual tiene esas servidumbres. Si el reexpedidor de cada uno de esos mensajes de copiar y pegar se entretuviera cinco minutos escribiendo algo propio, personal, sería -para mí, al menos- un síntoma de que nuestra sociedad está cambiando, que somos capaces de elaborar cosas por nosotros mismos en lugar de _aparentar_ que estamos informados porque tenemos internet a nuestra disposición.
De lo que estoy convencido es de que mis amigos seguirán mandándome mensajes de los de: "Ha salido el sol... qué bello es amarse..." en lugar de escribir en el correo: "Que sepas que te recuerdo con cariño...", aunque sea mentira.
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Se achaca al señor Rajoy su indecisión a la hora de tomar medidas de ajuste, las que cada uno cree convenientes. Por estas páginas y por otras he hecho la acusación yo mismo. No es que vaya a entonar el "mea culpa" pero sí he de hacerme alguna consideración acerca de la oportunidad de tomar decisiones. En primer lugar porque no son pocas las que ha tomado este gobierno -al parecer todas necesarias- en lo que llevamos de legislatura y que hubieran tenido que ser arbitradas por los que gobernaron antes por aquello de que la fruta hay que cogerla en el momento adecuado. Las decisiones han de ser tomadas también en el momento oportuno porque de indecisiones está empedrado el infierno de los indecisos que allí se pudren en el análisis de sus opciones mientras ven pasar el tiempo de la madurez, el tiempo en que las decisiones hacen su efecto mejor.
Así, pues, dcecisiones se han tomado y se ha hecho teniendo en cuenta el signo de los tiempos en que pintan bastos.
Habrá que convenir, entonces, que los enfrentamientos se dan no en el qué, sino en el cómo. Ahí es donde yo creo que se confundieron de vía el Gobierno y su Presidente. Habría tenido que empezar por arriba como ya creo haber manifestado porque es el ejemplo el que arrastra.
Me remitieron una viñeta de Forges en la que el personaje se preguntaba por qué no se le daba a él el dinero de su hipoteca, con un período de carencia mientras encontraba empleo, en lugar de dárselo a los bancos. Así -reflexionaba- él pagaría su hipoteca a la entidad financiera, obtendría la propiedad de su casa y devolvería, con el dinero que ganara al obtener un nuevo empleo, el importe de la hipoteca al Estado. Del modo como se ha hecho -continuaba el personaje- el Banco se quedará con la casa y con el dinero. No parece una buena manera de redistribuír la riqueza.
Ése tipo de medidas es - por lo que entiendo- el que espera el ciudadano de a pie que tome el Gobierno al que ha votado dándole una mayoría absoluta, ése y el de que empiece a liberar a las moquetas de los sitios oficiales del paso de multitudes que no hacen otra cosa que ir de un lado a otro... cobrando de todos.
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Siento una sensación física de malestar en el estómago cada vez que veo aparecer a Santiago Carrillo en televisión hablando de democracia, de terrorismo, o dando lecciones de convivencia al personal, con un descaro que es propio de los iluminados. Es una sensación real, no una metáfora y me acaba de pasar viendo un documental acerca de la trayectoria de ETA desde la instauración de la democracia, en el que aparecen otros tantos visionarios de verbo encendido lanzando soflamas que se tomaron como cosas dignas de ser tenidas en cuenta entonces y que, vistas ahora, parecen discursos de orates.
El documental me reafirma en mi convicción de que venimos aplicando soluciones para un panadizo a un diagnóstico de cáncer. Un problema que requería una solución militar fué tratado políticamente porque los que mandaban no querían que se pensara que tenía que ver con una "dictadura militar", así es que por un complejo de pertenencia a la derecha, se cayó en el GAL, ¡Olé la democracia!
El error de diagnóstico del que hablaba se puede extrapolar a todos los ámbitos de decisión de los cuarenta últimos años. Siempre, el complejo de ser "herederos del franquismo" ha sobrevolado al centro derecha, mientras que la negativa a tomar decisiones firmes por parte del centro izquierda -sólo hay que repasar la historia- ha dado amplio margen de maniobra a cuantos han estado -con sus posturas- alejados del sentido común para pedir la luna o lo que se les haya ocurrido, desde independencias varias, pasando por autonomías enloquecidas, hasta delirantes "progresos sociales" como los que nos proporcionaron los gobiernos del menguado Rodríguez Zapatero desde el "posado fashion" en las escaleras de La Moncloa, hasta el desastre económico al que llevó a España que, quizás, no se recupere nunca de tantos despropósitos.
Y no sigo escribiendo, que se me reproducen las bascas...
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Lo acaba de hacer el Rey Juan Carlos. Ha salido de la clínica y en la tele ha pedido perdón. A mí me ha parecido enternecedor el detalle, porque un hombre de setenta y cuatro años diciendo lo de "no volverá a ocurrir" me parece de gran altura moral por parte del que comparece y lo dice.
Hay quien estima que no es suficiente. ¿Qué quieren? ¿Que se flagele? Poniéndome en primera persona yo no hubiera pedido perdón por haberme roto una cadera; porque, al final, ése ha sido el motivo por el que los partidarios de la "no monarquía" se han enterado del viaje del Rey. Aunque sólo hubiera sido por escuchar durante todo el día de todos los días la rabia de los rabiosos, aunque sólo hubiera sido por lo de "mantenella y no enmendalla", no les hubiera dado la satisfacción de humillarme aunque, repito, en lo que a mí respecta, esa humillación haga más grande el gesto y a quien lo ha tenido.
Pero tenemos un "paisanaje" que es capaz de ver la paja en cualquier ojo menos en los de los "propios" y una parte selecta de ese paisanaje está formado por los de siempre, los que vocean, los que arman el "pollo" por cualquier cosa que no les gusta sea o no justa. Una parte selecta que ha felicitado a la señora esa de apellido difícil que ha "nacionalizado" "expropiado" o sencillamente "se ha quedado" con una parte de una compañía española... más o menos. Es la gente que sale en tromba cuando hay que alborotar y que no admite que otros, sin alborotos y sufriendo en las propias carnes, traten de arreglar lo que ellos estropearon. La gente que niega hasta que es de día cuando luce el sol y que busca argumentos, falacias, obscenidades, subterfugios y mandangas para seguir diciendo lo que dice y como lo dice.
Por eso, a mi entender, el Rey no debiera haber pedido perdón por más que sea "políticamente correcto" su gesto. Se rompió la cadera y basta. Hay quien ha estado intentando -y sigue haciéndolo- romper España y no ha hecho ni el menor gesto de disculpa. Ni una palabra. La Historia juzgará,
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Más autonomía, hasta llegar a la independencia. Más financiación hasta llegar a la mamandurria. Más inmersión lingüística hasta que sólo se puedan entender entre ellos cuando les convenga. Más de todo hasta desangrar a los demás. ¿Qué más pretenderá conseguir el señor Mas -¡qué oportuno el apellido!- para sus gobernados? El "moderado" señor Mas es el más independentista, el más "pintxo" -creo que se escribe así- el más taimado, el más insufrible, el más "pesetero" y el más prepotente de los presidentes de la Generalidad de Cataluña de los tiempos modernos. Encima, como tantos otros, es un gobernante mediocre.
El gobierno y el Estado han de plantarse ya ante tanto despropósito tomado como travesura por aquellos que tienen la obligación de gobernar. Parece evidente que no puede seguir en pie el estado de las autonomías. No vale aplicar políticas de "lo políticamente correcto" cuando el problema vuelve a serlo una vez, otra vez y se haga lo que se haga. Al señor Durán y a quienes le mandan, hay que decirles "que no" sin complejos.
Traigo a colación lo de los complejos porque, según eminentes analistas de la realidad política, tras las elecciones andaluzas, la suma de los votos de izquierdas en esa comunidad autónoma, al haber superado a los del PP -¿qué tonto esperaba otra cosa?- ponen en peligro, más o menos, la supervivencia de España. Como los gobernantes y los gobernados sigan haciendo elucubraciones acerca de los significados de los votos, comparando churras con merinas -estas elecciones con las generales, Andalucía con Asturias, la composición del Parlamento andaluz con la de Las Cortes- en lugar de ponerse manos a la obra del recorte del Estado de las Autonomías, estamos perdidos; cuerpo a tierra que vienen los nuestros. La táctica de la izquierda es evidente: van a extrapolar los resultados andaluces y asturianos al resto de España y tirar por elevación al muñeco -el señor Rajoy- porque saben que no tiene buena prensa ni entre los suyos.
Ya se ha analizado, hasta hartarnos a todos, la imposibilidad de que se siga manteniendo un modelo que no es viable; pero la solución es lo que importa: a los culpables que los juzgue quien haya de hacerlo, lo necesario es que pasemos "de las musas al teatro" y nos pongamos -todos- a trabajar en la dirección que determine el que gobierna. Si seguimos entendiendo la democracia como la capacidad de defender una cosa o la contraria según se esté en el gobierno o en la oposición, la estamos viciando desde la base.
Así es que a Mas, menos, como en las reglas de tres inversas. Si el señor Rajoy se dedica a poner paños calientes, no terminará la legislatura y ya conocemos qué es capaz de hacer la alternativa, la única viable por ahora, cuando gobierna. Si el actual Presidente del Gobierno hace lo que espera la mayor parte de los que le votaron tiene la posibilidad de pasar a la Historia de una de estas maneras: como el hombre que supo sacar a flote una España hundida o como el Presidente que no consiguió terminar la primera legislatura.
A los catalinos -que son los separatistas catalanes, los del doble discurso- a los vascos y a los que tienen privilegios distintos a los del resto, café para todos. A los políticos, recortes y austeridad. A todos, fuerza para seguir adelante. Estas son mis opiniones y algunos de mis deseos.
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Ahora me entero -supongo que con retraso, como siempre- de que hay una generación de "nimis" - gilipollez que quiere decir: ni mileuristas, claro- que anda pidiendo paso, empleo, sueldo, poder vivir, en suma.
Los periódicos digitales -algunos al menos- andan que hierven con las quejas de la gente joven que no quiere seguir viviendo con los padres, pero que no tiene otro remedio que seguir haciéndolo porque no tiene trabajo que le permita vivir con un mínimo de dignidad a su edad y por su cuenta.
Aún recuerdo, porque no hace tanto tiempo de eso, la mala leche con la que la gente aceptaba los sueldos de mil euros del principio de la crisis. Al menos, ese salario les permitía una cierta clase de vida independiente mientras esperaban la llegada de tiempos mejores. Lo malo es que los tiempos empeoraron y la marejadilla se transformó en marejada mientras los que llevaban el barco lo ponían de través con su impericia; eso sí, con el aplauso y la defensa en todos los terrenos de "los de la cultura" de por aquí, que son como relojes pintados por Dalí, blandos y maleables.
La gente empezó a creerse -hace mucho tiempo- que había que formarse para tener un futuro. La idea se vendió como la ropa en rebajas y los "gobernantes" se aprestaron a "socializar" el invento; así es que se empezaron a facilitar los accesos a las universidades, pero no habían contado con que para adquirir formación son necesarios unos requisitos previos de materias instrumentales, cultura general, esfuerzo, tesón y otros que, con la llegada de la "nueva pedagogía" -esa que decide que el alumno ya lo sabe todo y sólo ha de sacarlo de sí, de manera natural, como brota la linfa de la fuente clara, sin esfuerzo- habían desaparecido del horizonte vital de los alumnos.
De manera que se "construyeron" universidades a calcaporra, se rellenaron con cuantos "tenían derecho" a entrar en ellas y se empezaron a fabricar títulos, titulitos, másters del universo y doctorados para quienes "pasaban" por la universidad sin que la universidad hubiera pasado por ellos.
He tenido la oportunidad de entrevistar a licenciados universitarios que no sabían hacer una división con decimales, que desconocían de manera reiterada que "a" es una preposición mientras que "ha" es un verbo, que no sabían situar Austria en un mapa de Europa y que ante mi asombro por tales desconocimientos repondían con un "¿Para qué?" que a mí me helaba la sangre. Con estas herramientas no podemos ir bien. No obstante, me consta, porque lo he podido comprobar, que hay otra serie de jóvenes que sí han logrado formarse durante su paso por la universidad y que se encuentran en la misma situación que sus compañeros no formados. ¿Dónde está el fallo?
Además de las diferencias individuales, la estafa a estos jóvenes no formados y a la sociedad que ha pagado su formación, ha sido el contínuo jalear las carencias y las mediocridades más evidentes en orden a que nadie se sintiera "menos" que otro. El enfermizo afán igualitario, que nadie discute cuando se trata de dignidad -pero que hay que poner en tela de juicio cuando se habla de aptitudes e incluso de actitudes- ha sido tan evidente y ha hecho tanto daño que lo "políticamente correcto" habría de ser proscrito en favor de lo "comunmente sentido". No pueden ser iguales el inteligente y el torpe, el trabajador que el vago.
Sería necesario acuñar una nueva gilipollez -los "nomais"- para designar a la generación que haya de sacarnos del estado comatoso en el que nos encontramos como sociedad y como nación. La generación que diga que no va a haber más permisividad inútil; la generación que sea capaz de asumir responsabilidades a su tiempo, con la garantía de que va a desempeñar su cometido con solvencia y con honestidad; la generación que pare a la partitocracia que nos conduce como a un rebaño sólo bueno para pagar impuestos y para votar cada cuatro años; la generación que imponga el sentido común y el sentido de pertenencia a una comunidad con objetivos claros entre la ciudadanía; la generación que sienta que el trabajo es un valor y lo valore, frente a la descomposición de una sociedad huera de todo lo que significa valor.
¡Vaya día llevo!
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Tal como están las cosas, para ser padres actualmente se necesita tener un manual de instrucciones, un vademecum como se decía antes, que explique lo que se puede y lo que no se debe hacer en la relación con los hijos. Porque el legislador legisla... el ciudadano ni se entera de lo que hay legislado y, basándose en que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento, los encargados de aplicar la Ley lo tunden.
Viene al caso o que digo porque he escuchado en los “media” que una chica de dieciséis años ha denunciado a sus padres por secuestro y la Ley ha dado la razón a la hija.
Supongo que a los padres se les habrá quedado cara de mambo porque las criaturas no intentaban otra cosa que impedir que el derrotero -a todas luces torcido- que había emprendido la menor en su “desarrollo” social.
De éstas se pueden encontrar más de una en el devenir de nuestros días. La Ley en general, y la del menor en particular, es, según mi opinión, excesivamente permisiva con actitudes y comportamientos que rozan la ilegalidad; parece como si el legislador quisiera dar cancha, animar a que la gente se sitúe en el borde de la línea que separa lo legal de lo ilegal y esta apariencia no es comprendida por las buenas gentes del común que confunden, confundimos, la Ley con el Derecho y con el sentido común.
Lo “políticamente correcto”, como he dicho en alguna que otra ocasión, ha hecho más por destruir la civilización occidental que la invasión de los hunos en su día. Aceptar lo “políticamente correcto” es meter al enemigo en nuestra retaguardia, es crear una quinta columna entre nuestras fuerzas. Y lo es, precisamente, porque atenta contra el sentido común que nos enseña la manera recta de enfocar las cosas cuyo desarrollo no conocemos. Cuando haya desaparecido lo “políticamente correcto” y haya sido sustituido por lo comúnmente aceptado de acuerdo con una recta conciencia, sin manipulaciones, veremos cómo las Leyes se clarifican, no dan la impresión de intentar proteger al delincuente y las entiende todo el mundo.
En realidad bastan con unos cuantos principios éticos y morales para desenvolverse bien en la vida y realmente no necesitamos más; pero la propia naturaleza humana hace que las cosas claras, se espesen cuando argumentamos a nuestro favor para conseguir tener una pizca de razón, un clavo ardiendo del que colgar el ropaje de nuestro egoísmo.
Así es que, a partir de ya, sugiero que los padres, ante cualquier situación de negativa por parte de los hijos a seguir los procedimientos marcados en el hogar familiar para conciliar a vida de cuantos en él conviven, acudan de inmediato al patafísico de turno para que les explique lo que han de hacer en situación tan delicada; pero que exijan la receta correspondiente para poder exhibirla ante cualquier autoridad si las cosas no salen como se prevén o para reclamar al que expidió la receta por la ineficacia de la misma, que hay mucho patafísico homeopático.
Inmediatamente después, ante la previsible pertinacia en la desviación conductual -¡hay que ver cómo escribo!- acudan a las autoridades, al juez, para denunciar la imposibilidad de traer a razones, empleando los métodos de la “políticamente correcto” al componente familiar de que se trate.
Verán la que les cae encima.
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